Bratislava: el encanto de Staré Mesto


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Cambiar de país por unas horas no era una idea descabellada. Y sabiendo que en el nuevo destino me esperaba un paisaje totalmente diferente, el plan era aún más atractivo. Salí de Viena desde la estación central por la mañana, y en una hora el tren recorrió los 62 kilómetros que la separan de Bratislava. La capital de Eslovaquia, al igual que su par austríaca, es atravesada por el Danubio. Sobre la margen sur se encuentra el barrio de Petržalka, pero mi objetivo estaba en la orilla norte: la ciudad vieja o Staré Mesto. Por ello, el tren elegido fue aquél que me llevó hasta Brastilava Hlavná Stanica, desde donde parten los tranvías que en diez minutos llegan al centro histórico.

Brastilava es la capital de Eslovaquia desde 1993, cuando este país se declaró independiente. La ciudad tiene una larga y convulsionada historia, habiendo sido conocida también como Pressburg para los alemanes y como Pozsóny para los húngaros. Alrededor del siglo II antes de Cristo, los celtas fundaron allí un asentamiento, que luego fue la base de una guarnición militar para los romanos. Ya en el siglo X, se había convertido en uno de los centros más importantes del Imperio de la Gran Moravia.  Acechada por el Reino Franco Oriental, la Gran Moravia estaba debilitada y fue entonces cuando los húngaros invadieron y anexaron gran parte de Eslovaquia al Reino de Hungría. La ciudad tuvo un rol más importante aún, cuando los turcos capturan Buda en 1541, lo que convirtió a Bratislava en la capital de Hungría por casi 200 años. Fue durante el reinado de Maria Teresa, cuando la entonces Pressburg alcanzó su período de gloria. Al finalizar la Primera Guerra Mundial y con la creación de Checoslovaquia, la capital de la parte eslovaca adoptó su nombre actual de Brastilava. En el período comprendido entre 1939 y 1945 sufrió los embates de la Segunda Guerra Mundial, siendo dominada por los alemanes y bombardeada por los aliados. Al final de la contienda, y una vez instaurado el partido comunista en Checoslovaquia, la ciudad pasó a formar parte del bloque oriental. Ya en 1989 se convirtío en uno de los principales centros de la Revolución del Terciopelo, que predijo la caída de Checoslovaquia en 1993, cuando se formó la República Eslovaca, con Brastilava como capital.

Teatro Nacional Eslovaco y Fuente de Ganímedes y Zeus
Teatro Nacional Eslovaco y Fuente de Ganímedes y Zeus

Al día de hoy, la ciudad vieja está totalmente restaurada, y por ello me apasionó recorrerla durante todo ese día de verano. El tranvía 13 se dirigió desde la estación central hasta el punto de partida de mi visita: Námestie Ľudovíta Štúra. La primera vista allí es la fachada del edificio de la Reduta, de principios del siglo XX, que hoy es la sede de la Filarmónica Eslovaca. Siguiendo hacia el norte y a la derecha de una pequeña plaza, se levanta el Teatro Nacional Eslovaco, o Slovenské Národné Divadlo. Fue construido entre 1884 y 1886, y es de estilo neorrenacentista. Su fachada exhibe los bustos de Goethe, Liszt y Shakespeare, y en el centro del tímpano se nota un conjunto escultural que incluye a la Musa de la Comedia, Thalia. Delante del teatro, la fuente de 1880 representa al príncipe troyano Ganímedes volando sobre la espalda de Zeus, que adopta la forma de águila.

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Fuente de Maximiliano -conocida también como Fuente de Roland- de 1572

Continué hacia la plaza principal o Hlavné Námestie, donde funcionaba el mercado en la época medieval. En el centro destaca la fuente de Maximiliano del año 1572, coronada por la figura de Roland, un caballero que defendía los derechos de los ciudadanos. La plaza está perfectamente restaurada y rodeada de puestos de venta de artesanías y souvenirs. Por esta plaza pasaba la ruta de la coronación de los Reyes de Hungría, cuyo trayecto se encuentra marcado en el pavimento mediante pequeñas coronas doradas. La plaza, si bien es pequeña, fue un buen lugar para poder observar los coloridos edificios en excelente estado que la rodean. Del lado este, se levanta el Antiguo Ayuntamiento o Stará Radnica, un edificio del siglo XV que fuera reconstruido en los siglos XVI y XVII en estilo renacentista y donde hoy funciona el Museo de la Ciudad. Más adelante, en el siglo XVIII, su antigua torre fue remodelada en estilo barroco.

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Palacio Primacial o Primaciálny Palác

A un lado del Ayuntamiento, sobre la calle Kostolná, apareció la fachada de una de las más delicadas estructuras neoclásicas de la ciudad, el Palacio Primacial o Primaciálny Palác, que fuera construido entre 1778 y 1781 en el sitio donde originalmente había un palacio propiedad del arzobispo de Esztergom. Sus paredes decoradas en dorado y rosa, destacan tanto como su techo adornado con estatuas y jarrones. En el tímpano del palacio aparece el escudo de armas del Cardenal Jozef Batthyányi, quien fuera el primero en ocuparlo. Un llamativo modelo de su sombrero, hecho en hierro y de 150 kg de peso, adorna la cumbre del palacio. En el patio interior se encuentra una soberbia fuente de San Jorge, que muestra al legendario caballero luchando con un dragón. Según una de las leyendas, la figura de San Jorge representa al arzobispo, y su lucha con el dragón simboliza los esfuerzos de la iglesia por desterrar a los reformadores de la ciudad.

La torre de la Puerta de Miguel o Michalská Brána
La torre de la Puerta de Miguel o Michalská Brána

Siguiendo hacia el norte y cruzando la plaza de los franciscanos, pude divisar la inconfundible silueta de la Puerta de Miguel o Michalská Brána, que es la única puerta de entrada a la ciudad medieval que se conserva. Tiene una cubierta de cobre con forma de bulbo de un tono verde desgastado y es uno de los símbolos de la ciudad. El techo de la torre gótica original, construida a mediados del siglo XIV, fue modificado luego para darle su estilo barroco actual. La torre tiene 51 metros de altura y es posible subir a su terraza. En la parte alta de la torre se deja ver una estatua del Arcángel Miguel matando a un dragón.

Catedral de San Martín o Dóm Sv. Martina
Catedral de San Martín o Dóm Sv. Martina

Bajando por Michalská me perdí entre las callecitas empedradas del centro medieval, y mientras caminaba entre elegantes terrazas de cafeterías y restaurantes, encontré la Catedral de San Martín o Dóm Sv. Martina, un edificio gótico construido en el lugar donde existía una iglesia del siglo XIV. Entre los años 1563 y 1830, once reyes húngaros y ocho reinas fueron coronados en esta Catedral. A finales del siglo XIX el edificio fue reconstruido en estilo neogótico.

Para finalizar la visita de la ciudad vieja, la mejor opción fue dirigirme al Castillo de Bratislava o Bratislavský hrad, ubicado justo en las afueras del casco histórico. Está localizado en lo alto una colina y desde allí pude contemplar una amplia panorámica de la ciudad vieja, el caudaloso Danubio y según dicen por allí, hasta las fronteras con Austria y con Hungría. El castillo fue mencionado por primera vez en el año 907, y su ubicación coincidía en aquel entonces con el cruce de importantes rutas comerciales. Fue fortificado en los siglos XI y XII, para luego ser reconstruido en estilo gótico en el siglo XV, y más tarde remodelado como residencia renacentista. Si bien un incendio lo destruyó en 1811, recién fue reconstruido en la década del 50. Pude notar que ha sido recientemente restaurado y sus paredes lucen un blanco resplandeciente.

Mientras se acercaba el atardecer, pude disfrutar de una imagen dorada del Danubio, y apenas bajé del castillo, caminé hasta la mitad del río a través del Puente Nuevo, desde donde esperé a que el sol se escondiera detrás de la colina. La silueta del castillo, cada vez más oscura, parecía incrustarse lentamente entre las rocas y el bosque.

 

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014-2015).

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