Heidelberg: la reina del Neckar

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Llegar a Heidelberg desde Estrasburgo tomó alrededor de una hora y media. Conducir por las rutas alemanas es siempre una experiencia agradable, por lo menos las que yo recorrí. La lluvia alternaba con el sol, y esa mañana de verano se percibía muy húmeda en esta región de Europa. Entre pequeños bosques y praderas muy verdes, aparecían pueblos y ciudades a lo largo de todo el camino.

Heidelberg me recibió con un cielo gris, pero enseguida el viento hizo desaparecer las nubes y el clima se prestaba para salir. La ciudad se encuentra en el Estado Federado de Baden-Württemberg, en el suroeste de Alemania, cerca de la confluencia de los ríos Neckar y Rin. Es mundialmente conocida por su pintoresco casco antiguo, las ruinas del castillo y su prestigiosa universidad. Con más de 150.000 habitantes, es la quinta ciudad más grande del estado.

Era importante para mí detenerme unos instantes en el pasado histórico de esta región antes de visitarla. La vida humana en la zona de Heidelberg se remonta a tiempos prehistóricos. En estas tierras, se halló la evidencia más primitiva del hombre en Europa: la mandíbula del Hombre de Heidelberg, que tiene una antigüedad de aproximadamente 600.000 años. Pero si venimos un poco más cerca, alrededor del año 500 antes de Cristo, fueron los celtas quienes fundaron un asentamiento fortificado en el Monte Sagrado o Heiligenberg, en la afueras de la actual Heidelberg. El asentamiento tenía una doble muralla para protegerse de los alemanes. Sin embargo, 200 años más tarde fue abandonado por razones desconocidas. Con posterioridad, llegaron a esta zona los romanos, que mantuvieron un campamento permanente alrededor del año 80 de nuestra era y construyeron un puente de madera a través del río Neckar. La cumbre del Heiligenberg era para los romanos una zona sagrada, y todavía hay restos de las bases del Templo de Mercurio. Los romanos permanecieron hasta el año 260, cuando el campamento fue conquistado por los pueblos germánicos. La victoria del rey Clodoveo I el Alamanni en el año 506 finalmente hizo de la región una parte del imperio de los francos, y al mismo tiempo el área fue cristianizada.

Ya en el año 863, fue fundado el Monasterio de San Miguel o Michaelskloster en Heiligenberg, en el interior de la doble muralla celta. Asimismo, el obispado de Worms extendió su influencia hacia el valle, fundando el Monasterio de Schönau o Kloster Schönau en 1142. Fue a partir de una pequeña aldea a los pies de un castillo de Worms que Heidelberg comenzó a desarrollarse. En 1155, el castillo y el asentamiento dejan de pertenecer al obispado de Worms y pasan a manos de la casa de Hohenstaufen. Heidelberg fue finalmente declarada ciudad en el año 1239. Afortunadamente, en la Segunda Guerra Mundial, la ciudad escapó a los bombardeos aliados y hoy la podemos disfrutar tal como era muchos años atrás.

Hotel Holländer Hof en Heidelberg
Hotel Holländer Hof en Heidelberg

Luego de saber un poco de lo ocurrido en estas tierras, me dirigí desde el hotel al puente, para iniciar el recorrido. Alojarme en un hotel en el centro histórico fue la mejor experiencia. En este barrio antiguo el aire estaba inundado del más puro romanticismo. El Hotel Holländer Hof se encuentra en un edificio tradicional del 1700, con vistas al Puente Viejo y al río Neckar. Está muy bien mantenido y sus tarifas son accesibles a pesar de tener una excelente ubicación.

Puente Viejo o Alte Brücke
Puente Viejo o Alte Brücke

Recorrí de punta a punta el Puente Viejo o Alte Brücke, que es un elegante puente de piedra decorado con estatuas construido entre 1786 y 1788. En la orilla donde se encuentra la ciudad, la puerta del puente medieval, originalmente parte de la muralla, está perfectamente conservada.

Puerta del Puente medieval
Puerta del Puente medieval

Dos torres barrocas con casco fueron agregadas cuando se construyó el puente. Vale la pena cruzar el puente y ver Heidelberg desde la otra orilla, es realmente como estar en un cuento.

Steingasse, una de las callecitas de Heidelberg
Steingasse, una de las callecitas de Heidelberg

Salí del puente en dirección a la ciudad vieja e ingresé por Steingasse. Es una callecita repleta de bares y restaurantes típicos, que alternan con algunas tiendas de souvenirs. Esta calle como tantas otras del centro histórico de la ciudad invitan a pasear el día entero. De allí llegué directamente a la Plaza del Mercado o Markt, en cuyo centro destaca la fuente con la estatua de Hércules del siglo XV.

Iglesia del Espíritu Santo o Heiliggeistkirche
Iglesia del Espíritu Santo o Heiliggeistkirche

En medio del Markt, llamó mi atención el inmenso edificio de la Iglesia del Espíritu Santo o Heiliggeistkirche. La iglesia original de estilo románico tardío fue mencionada por primera vez en 1239. En 1398, se la reemplazó por una gran construcción de una nave de estilo gótico tardío. La torre de la iglesia se comenzó a construir mucho después, en 1508. Curiosamente, la iglesia cambió de denominación religiosa con frecuencia y fue utilizada en diferentes momentos por católicos y protestantes. Incluso una barrera divisoria fue construida en 1706 ya que ambas comunidades querían mantener sus servicios en ella. Dicha barrera existió hasta 1936, cuando fue eliminada. Hoy, la Iglesia del Espíritu Santo es una iglesia protestante.

Madonna vom Kornmarkt
Madonna vom Kornmarkt

De frente al Markt impacta el color rojizo del Ayuntamiento o Rathaus. Saliendo de la plaza principal a la derecha, llegué a la Plaza del Mercado de Granos o Kornmarkt, donde funcionaba el mercado de trigo y otros cereales, y desde donde pude disfrutar de las mejores vistas del castillo. Durante el siglo XVII, esta región protestante pasó a manos de un soberano católico. Los jesuitas apoyaron este cambio e iniciaron una campaña de propaganda religiosa, erigiendo estatuas de la Virgen María donde podían. Así, la Madonna del Mercado de Granos se convirtió en un punto focal de la adoración religiosa en Heidelberg.  El Príncipe Elector, a pesar de sus intenciones de convertir a sus súbditos «paganos», no siempre logró dicho cambio y  muchos de los protestantes preferían emigrar de Heidelberg.

Edificio de la Antigua Universidad y Fuente de los Leones
Edificio de la Antigua Universidad y Fuente de los Leones

Decidí dirigirme en sentido contrario para caminar un trecho de la calle principal o Hauptstraße, que con sus 2 kilómetros de largo invita a recorrerla. En ella, los edificios barrocos se mezclan con las tiendas de moda, y muchos artistas callejeros alegran al visitante con ópera, danza y otras creativas actuaciones. En el número 178, la Haus zum Ritter que alberga hoy un hotel, pretende ser la casa más bonita de la ciudad, construida en 1592 en estilo renacentista tardío. Más adelante llegué a otro de los íconos de Heidelberg, la Antigua Universidad o Alte Universität, un imponente edificio barroco construido entre 1712 y 1728. Frente a este edificio de tonos amarillos y rojizos se encuentra la Plaza de la Universidad o Universitätsplatz donde otra fuente, como las anteriores, logró muy sencillamente que me acerque a admirarla. Debo admitir que me gustan mucho estas fuentes medievales y sobre todo el sonido del agua. En este caso se trataba de la Fuente de los Leones o Löwenbrunnen, coronada por un león que simboliza el poder del Palatinado.

El Castillo de Heidelberg
El Castillo de Heidelberg

No hay visita de Heidelberg completa si no se sube al castillo, y por ello me dirigí hacia la estación del funicular en Kornmarkt, y en unos minutos estaba en Schlossberg, la colina donde este complejo de edificios fue construído, en el sitio donde, según un dicho popular, hace muchísimo tiempo vivía una maga que se llamaba Jetta. Si bien es un gran complejo en ruinas, su grandiosidad y belleza hacen que se imponga ante la mirada absorta de cualquier visitante. La construcción duró 400 años y consiste de murallas y palacios de distintos estilos, desde el Gótico al Renacentista. Dos de ellos están considerados entre los más importantes edificios de la historia de la arquitectura alemana. Gran parte del castillo, incluidas sus torres, fue destruido durante la Guerra de Sucesión del Palatinado en 1689 y 1693. El castillo fue reparado provisionalmente pero en 1764 fue incendiado por un rayo. Las ruinas del castillo han dominado el paisaje urbano de Heidelberg desde entonces.

El más bonito premio: un atardecer mirando la ciudad, desde los balcones arbolados de los jardines del castillo, amenizado por la tibia brisa de la tarde y disfrutando de la mejor compañía.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).

Colonia: desde la Catedral al Rin

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Llegué a Colonia desde Düsseldorf en un corto viaje de tren. Era un día caluroso del mes de junio, con mucha humedad y algo de lluvia. El verano es impredecible en esta zona de Europa, así que decidí caminar por la ciudad en cuanto la lluvia dejara de caer.

Fue importante leer algo de la historia de la ciudad antes de llegar, para tener idea de lo que era, respecto de lo que se ve hoy. Colonia o Köln tal como se la conoce en alemán, fue fundada en el año 38 antes de Cristo como Oppidum Ubiorum que significa Ciudad de los Ubios. Los Ubios o Ubii eran una tribu germánica que habitaba la orilla derecha del Rin. Habían sido trasladados un año antes por Marco Vipsanio Agripa a la orilla izquierda del Rin, a petición propia, pues temían incursiones de sus vecinos, quedando así en territorio romano. En Oppidum Ubiorum nació Agripina la Menor, la hija mayor de Germánico, quien gobernara y pacificara la provincia romana de Germania.

Agripina se convirtió en esposa del Emperador Claudio, a quien logró convencer para promover a su pueblo natal al grado de Colonia en el año 50, con el nombre de Colonia Claudia Ara Agrippinensium, estratégicamente ubicada en las fronteras del imperio. Con ésto se le dio a Colonia el estatus de «ciudad» bajo la ley romana, y así adquirió derechos y privilegios imperiales. Colonia llegó a ser la capital administrativa de la Germania Inferior, hasta que fue ocupada por los francos en el año 459.

Colonia fue un importante centro comercial y universitario en la Edad Media, favorecida por su localización a orillas del Rin, en la intersección de las principales rutas comerciales. También formó parte de la Liga Hanseática, se convirtió en Ciudad Imperial Libre en 1475 y logró disponer de una fuerza militar propia que formaba parte del Ejército del Sacro Imperio Romano Germánico.

En la Segunda Guerra Mundial, Colonia fue bombardeada por los aliados, y quedó reducida a escombros en un 80%, permaneciendo sólo en pie la catedral gótica. Y qué mejor lugar para comenzar el recorrido que el grandioso Kölner Dom.

Una de las torres de la Catedral de Colonia
Una de las torres de la Catedral de Colonia

La Catedral de Colonia o Kölner Dom, sede del arzobispado y uno de los monumentos más renombrados del catolicismo alemán y de la arquitectura gótica, fue incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1996.

En el sitio de la Catedral ya existía una iglesia, que se la consideraba demasiado pequeña para recibir a la multitud de peregrinos que la visitaban, después de que las reliquias de los Reyes Magos fueron llevadas allí en 1164. La construcción del nuevo edificio se inició en el año 1248 y fue detenida en 1473, quedando la obra inconclusa. Cuando los franceses se apoderaron de Colonia en 1794, el arzobispado se trasladó a Aachen, y el edificio fue utilizado para el almacenamiento de grano y forraje, y luego como una iglesia parroquial. Recién en el siglo XIX, cuando Colonia pasó a control de Prusia, se decidió finalizarla de acuerdo al plano y técnicas medievales, siendo completada en 1880, después de 632 años y dos meses desde el inicio de la obra.

Fachada sur de la Catedral de Colonia
Fachada sur de la Catedral de Colonia

Desde la explanada pude apreciar el tamaño del gigante edificio: 144 metros de largo, 86 metros de ancho y 157 metros de altura en cada una de sus torres. Fue imposible fotografiarla completamente. Pero los detalles en cada una de sus partes hicieron que me detuviera atentamente a analizarlos. Muchas formas jugaban en la fachada, y distintos personajes aparecían por donde la observara.

El Puente de Hohenzollern y la Catedral de Colonia
El Puente de Hohenzollern y la Catedral de Colonia

Para observarla totalmente, decidí cruzar el Hohenzollernbrücke, un puente construido entre 1907 y 1911. Fue uno de los puentes más importantes de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y no sufrió graves daños a pesar de los bombardeos aliados. Sin embargo, los ingenieros militares alemanes volaron el puente cuando las tropas aliadas iniciaron su asalto a Colonia. Después de la guerra, el puente fue rápidamente reconstruido. Por este puente cruzan más de 1200 trenes todos los días y mide más de 400 metros de largo. Todo pareciera ser inmenso en Colonia. Y la silueta de la Catedral desde la otra orilla es realmente impactante.

Candados del amor en Hohenzollernbrücke
Candados del amor en Hohenzollernbrücke

A lo largo de este puente, y sobre la cerca que divide la senda peatonal de las vías del ferrocarril, cientos de «candados del amor» observan el paso de la gente y de los trenes día tras día. Es uno de los lugares más románticos de toda Colonia.

Cartel exterior en el 4711 de Glockengasse
Cartel exterior en el 4711 de Glockengasse

Antes de recorrer las callecitas del restaurado centro histórico de la ciudad, decidí pasar por un lugar icónico de Colonia, que se encuentra en el número 4711 de Glockengasse. El mundo de las fragancias se ha instalado en este sitio, tras la historia que nace en 1792, cuando un mercader recibe de un monje una receta secreta de un agua milagrosa, como regalo de bodas. El mercader decide comercializar el producto años después como una bebida revitalizante. En 1810, cuando Napoleón establece que todas las recetas de medicinas deben ser hechas públicas, el mercader comienza a vender el Agua de Colonia o Kölnisch Wasser como una fragancia, que tendrá un enorme éxito en la alta sociedad de la época, llegando hasta nuestros días como una de las más vendidas de todos los tiempos. Allí pude comprar algunas botellas en miniatura para regalar a los fanáticos del Agua de Colonia.

Groß Sankt Martin
Groß Sankt Martin

De regreso en el centro histórico, valió la pena recorrer bajo el húmedo calor las calles cercanas al río. Como gran parte de la ciudad fue reconstruida después de la guerra, no se pueden ver las típicas casas medievales que uno puede esperar. Algunas mantienen el estilo, pero no parece la regla en Colonia. Sin embargo, hay muy bonitas iglesias como Groß Sankt Martin Kirche. Se trata de una iglesia románica católica que se construyó sobre los restos de una capilla romana, en lo que entonces era una isla en el Rin. La iglesia se transformó más tarde en un monasterio benedictino. El edificio original erigido entre 1150 y 1250, incluye una torre que es un ícono del casco antiguo de la ciudad, y a pesar de que fue gravemente dañada en la guerra, está totalmente restaurada.

Am Leystapel, sobre la orilla del Rin
Am Leystapel, sobre la orilla del Rin

Finalmente llegó el momento de caminar a lo largo de la orilla del Rin por Am Leystapel. El lugar está muy bien cuidado, con árboles y terrazas donde la gente estaba reunida bebiendo y comiendo al aire libre. Otros paseaban como yo, y disfrutaban de la suave brisa del río. Colonia es sin duda una urbe que invita a caminar y pasear, y a pesar de que la historia no está tan visible como en otros lugares, se deja percibir en el aire y en su gente.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).

Düsseldorf: la elegancia alemana

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El calor húmedo de agosto se sentía inmediatamente al salir del hotel, pero esto no impidió que yo saliera a caminar bajo el sol de Düsseldorf. Por cierto, el hotel estaba muy bien ubicado, más precisamente al lado de la estación central de trenes. La ciudad de casi 600.000 habitantes, es la capital del estado de Renania del Norte-Westfalia o Nordrhein-Westfalen y la sexta en Alemania por tamaño de población.  Conforma con otras ciudades vecinas una de las mayores áreas metropolitanas de Europa y la más grande de todo el país: la región metropolitana del Rhein-Ruhr, donde residen once millones de personas.

Düsseldorf fue construida en su mayor parte sobre la margen oriental del Rin, sobre terrenos bajos y llanos, que son bien aprovechados por el propio río para abrazarla con sus meandros. Es la ciudad más influyente de Alemania en la industria de la moda y en ella se llevan a cabo importantes exposiciones y ferias internacionales, concentrándose también allí las sedes de numerosas empresas del rubro financiero y agencias de publicidad.

La zona donde se encuentra hoy la ciudad, era habitada por tribus germánicas en la época en la que el Imperio Romano dominaba gran parte de Europa. Sin embargo, el primer documento escrito donde se menciona a la ciudad data del año 1135. El año 1288 fue muy importante en su historia, debido a que el Conde Adolf VIII de Berg le garantiza a Düsseldorf sus derechos de ciudad. Esto fue luego de la sangrienta batalla de Worringen, y se dice que los niños de Düsseldorf festejaron la ocasión haciendo volteretas por toda la ciudad. Hoy se identifica a Düsseldorf con esta actividad, por lo que es común ver en varios sitios el símbolo de los niños haciendo volteretas – los famosos Düsseldorfer Radschläger-, siendo el más conocido la fuente que se encuentra en Burgplatz.

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Radschlägerbrunnen en Burgplatz

Luego vinieron años de decadencia para la ciudad, y llegó la destrucción y la pobreza con las Guerras Napoleónicas. Recién a mediados del siglo XIX, Düsseldorf comenzó a despertar gracias a la Revolución Industrial y al crecimiento de la población. Durante la Segunda Guerra Mundial fue bombardeada y destruida por los aviones británicos, ya que era un centro importante en la cuenca industrial del Ruhr. Luego de finalizada la guerra, en el año 1946, se nombró a Düsseldorf como la capital del nuevo estado federal de Renania del Norte-Westfalia, y comenzó la reconstrucción de la ciudad hasta que se transformó en la rica urbe que es hoy en día.

Königsallee
Königsallee

En el camino entre la estación central de trenes y el centro histórico, hice un recorrido por Königsallee. La Avenida del Rey según su traducción, es un boulevard central de 1 kilómetro de largo que fue abierto en 1804, y tiene un paseo doble construido a ambos lados de un canal que era parte de las antiguas obras defensivas de la ciudad. En esta parte de Düsseldorf, los restaurantes, bares y tiendas de las mejores marcas internacionales se alinean unos tras otros. Todos los diseñadores importantes tienen su espacio en Königsallee ocomo la llaman los locales. Es también el sitio donde las empresas más importantes tienen sus sedes centrales.

Schlossturm y Sankt Lambertus Basilika
Schlossturm y Sankt Lambertus Basilika

Burgplatz es un amplio y concurrido lugar para pasear, e ideal para dar inicio al recorrido por el centro histórico. La plaza está directamente sobre el Rin y tiene vistas panorámicas de toda la ciudad y el río. En el medio se levanta la Schlossturm, que es la torre del castillo de los grandes duques que existió entre los siglos XIII y XVI, y que fue destruido en 1872. La torre es el único vestigio del edificio, y allí funciona el Museo de la Navegación. Caminando por las calles hacia el norte de Burgplatz, y antes de ingresar a la próxima plaza llamada Stiftsplazt, pude ver la fachada de Sankt Lambertus Basilika, una iglesia gótica de piedra y ladrillo rojo, con una llamativa torre de 72 metros de líneas torsionadas.

Altes Rathaus y monumento al Príncipe Elector Johann Wilhelm
Altes Rathaus y monumento al Príncipe Elector Johann Wilhelm

Volviendo hacia Burgplatz seguí por la calle que baja hacia Marktplatz, la plaza del mercado donde en la edad media se hacían los anuncios oficiales y eventos públicos. Aquí me encontré con el Altes Rathaus, antiguo ayuntamiento renacentista construido entre 1570 y 1573, donde contrastan en perfecta armonía las ventanas azules adornadas con geranios rojos. En la fachada y de color dorado, brilla el escudo de armas de la ciudad con dos leones de doble cola sosteniendo un ancla, simbolizando la importancia de la navegación en el Rin. En el centro de la plaza, destaca el monumento ecuestre al príncipe elector Johann Wilhelm.

Seguí los pasos de la gente, todos parecían ir al mismo lugar. Berger Strasse es una línea interminable de bares y restaurantes en pleno centro histórico de Düsseldorf, con terrazas que parecen pertenecer a un mismo local de dimensiones inimaginables, y guirnaldas que cuelgan de un lado al otro de la calle.

La explanada a la orilla del Rhin
La explanada a la orilla del Rhin

El calor no era tan intenso al final de la tarde, por lo que decidí acercarme de nuevo a la orilla del Rin, y caminar por la costa para contemplar el paso de los barcos y el movimiento de la gente. Muchos llevaban sus viandas, y se sentaban a comer y beber en las verdes explanadas que se van mezclando con el río. A lo lejos, veía entre la bruma del atardecer la silueta de la torre de televisión y el puente colgante que cruza hacia el barrio de Oberkassel.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).