Ávila: la de las Murallas y la del Rey

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Un vuelo cancelado desde Madrid agregó un día a mi estadía en Europa, y con ello, la posibilidad de conocer un nuevo destino. Fue una decisión rápida para aprovechar esas veinticuatro horas y darles un sentido especial. En algunos minutos, ya tenía mi auto alquilado, la reserva de hotel confirmada, y en tan sólo una hora y media se esfumaron los ciento veinte kilómetros que separan el aeropuerto de Barajas de la encantadora ciudad de Ávila.

Situada en la comunidad autónoma de Castilla y León, es la capital de provincia más alta de España, a poco más de 1100 metros sobre el nivel del mar. Está emplazada sobre la margen derecha del río Adaja, un afluente del Duero.

Paseando un poco por la historia, se sabe que los primeros vestigios humanos en la región, datan del siglo VIII antes de Cristo. En la región se asentaron los vetones, un pueblo de origen celta, cuya decadencia comenzó con la llegada de los cartagineses.

Más tarde fueron los romanos quienes instalaron en Ávila un campamento militar, y permanecieron allí hasta la llegada de los visigodos. El dominio musulmán sobrevino en el siglo VIII al igual que en casi toda la península ibérica, y para la reconquista definitiva por las tropas cristianas hubo que esperar hasta el siglo XI.

Ávila posee los títulos de Ávila del Rey, Ávila de los Leales y Ávila de los Caballeros, todos otorgados por diferentes monarcas.Estos títulos están presentes en su bandera, al igual que la muralla que caracteriza a la ciudad. Su casco histórico medieval fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.

Vista del ábside de la Catedral de Ávila y parte de la muralla desde la Puerta de los Leales
Vista del ábside de la Catedral de Ávila y parte de la muralla desde la Puerta de los Leales

Ingresé a la ciudad amurallada por la Puerta de los Leales, sobre la Calle de San Segundo. A este acceso también se lo conoce como Puerta del Peso de la Harina, ya que allí se encuentra la Casa de las Carnicerías, un edificio adosado a la muralla, construido como almacén de vino y carnicería en el año 1590. Debido a las protestas, las carnicerías permanecieron muy poco tiempo allí, y en cambio se dio a este edificio la función del pesaje de los granos y harinas que ingresaban en la ciudad. Hoy en día funciona allí la Oficina de Turismo de la Junta de Castilla y León.

Una de las torres de la Catedral de Ávila
Una de las torres de la Catedral de Ávila

A mi izquierda, un elevado muro de piedra ocultaba el lateral de la Catedral de Ávila, cuyo ábside está montado directamente sobre la propia muralla. El edificio fue construido entre los siglos XII y XV, con la doble función de templo y fortaleza. De estilo románico en sus orígenes, adopta el gótico con el paso del tiempo. Se la considera la primera catedral gótica de España. No fue fácil fotografiarla debido a la estrechez de las calles y también por su gran tamaño.

El trazado típico de Ávila es el de las ciudades romanas. Dos calles principales que se cortan en el centro, en la Plaza del Mercado Chico, donde antiguamente estaba el foro.

El edificio del Ayuntamiento en la Plaza del Mercado Chico
El edificio del Ayuntamiento en la Plaza del Mercado Chico

Esa mañana, en la concurrida y bulliciosa Plaza del Mercado Chico, se mezclaban los abulenses y los turistas  en un colorido mercado. Este espacio renovado fue construido a mediados del siglo XIX, ya que el anterior se encontraba bastante deteriorado. En el mismo momento se edificó también el nuevo ayuntamiento de estilo isabelino. Del otro lado de la plaza, se levanta la famosa Iglesia de San Juan Bautista, donde el el año 1515 fue bautizada Santa Teresa de Ávila.

El Torreón de los Guzmanes
El Torreón de los Guzmanes

El sol animaba a caminar así que bajé por la Calle Sancho Dávila, hasta la plaza Corral de las Campanas, donde se emplaza una serie de palacios dignos de visitar. En una esquina se destaca la silueta del Torreón de los Guzmanes, de principios del siglo XVI. La torre está rematada con fabulosos matacanes y atalayas, que demuestran su función de defensa. Hoy funciona allí la sede de la Diputación Provincial de Ávila. Justo enfrente del torreón, se levanta un pequeño pero muy bonito edificio: el Palacio de los Superunda, construido en 1580.

Convento de Santa Teresa
Convento de Santa Teresa

En dirección a la muralla, sobre la Plaza de la Santa, aparece la magnífica estructura del Convento y Museo de Santa Teresa. La iglesia fue levantada sobre la casa natal de Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús o Teresa de Ávila, religiosa y fundadora de las carmelitas descalzas.

Paseo del Rastro y muralla de Ávila
Paseo del Rastro y muralla de Ávila

Saliendo por la Puerta de Santa Teresa, ingresé a uno de los sitios que más me han gustado de toda la ciudad. Se trata del Paseo del Rastro. Creado en el siglo XVIII, este paseo arbolado está situado en la parte sur de la ciudad, contiguo a la muralla. Desde aquí las vistas hacia el sur son soñadas, sobre todo al caer el sol.

Muralla de Ávila desde la Plaza del Rastro
Muralla de Ávila desde la Plaza del Rastro

La muralla de Ávila, el símbolo de la ciudad, es el mejor ejemplo de arquitectura militar del románico español y la mejor conservada de toda España. Si bien es altamente probable que existiera una más pequeña en el siglo V, la muralla que hoy vemos es de origen medieval. Tiene más de 2.500 metros de extensión y nueve puertas. Con muros de hasta 3 metros de ancho y 12 metros de altura, su presencia es majestuosa, sobre todo del lado este, donde se la ve más imponente. A finales del siglo XIX se especulaba con la posibilidad de demoler la muralla, como se hacía en otras ciudades europeas, donde se veía a estas estructuras como un freno para el desarrollo urbano. Su supervivencia fue asegurada, sin embargo, con su declaración en 1884 como Monumento Nacional.

Iglesia de Santiago
Iglesia de Santiago

Desde la bonita explanada, la vista se pierde en el horizonte. La silueta de la Iglesia de Santiago, sobresale entre los tejados rojizos que se mezclan más abajo, con un increíble fondo serrano. De origen románico, fue ampliada y reformada algunos siglos más tarde. Según la tradición, en ella se armaban los caballeros de la Orden de Santiago de la ciudad. Tiene una llamativa torre octogonal, con un cuerpo de campanas abierto y techo de pizarra.

La Puerta del Alcázar comparada con un edificio vecino
La Puerta del Alcázar comparada con un edificio vecino

Hacia el este, el Paseo del Rastro se extiende llano hasta doblar hacia la Calle de San Segundo. Allí se encuentra la grandiosa Puerta del Alcázar, la más imponente y solemne de las nueve que se abren a lo largo de la muralla. La puerta se compone de dos grandes torreones unidos por un puente, y está rematada con típicas almenas. En la época medieval, existían allí un foso y una barbacana.

Plaza de Santa Teresa de Jesús
Plaza de Santa Teresa de Jesús

Hacia el lado extramuros, se abre la Plaza de Santa Teresa de Jesús, antiguamente conocida como Plaza del Mercado Grande, en donde se celebraban torneos y recepciones reales, además de funcionar como gran mercado. Esa tarde fue el sitio elegido para una pausa, en uno de los antiguos bares instalados debajo de los pórticos que la rodean.

En este espacio abierto se ubica el Monumento a las Grandezas de Ávila, dedicado a la santa que le da nombre a la plaza.

La plaza se extiende hasta donde se encuentra la Iglesia de San Pedro, de inconfundible estilo románico.

El Humilladero de los Cuatro Postes
El Humilladero de los Cuatro Postes

Las murallas se aprecian muy bien desde la propia ciudad, pero su tamaño invita a verlas también desde lejos. Por ello, conduje hacia el Humilladero de San Sebastián o de Los Cuatro Postes, un monumento del siglo XVI situado a las afueras de Ávila, hacia el oeste y en la margen izquierda del río Adaja. Este monumento está compuesto por cuatro columnas dóricas, en cuyo centro, se levanta una cruz de granito.

Las murallas de Ávila
Las murallas de Ávila

El lugar es el mejor mirador sobre la ciudad amurallada, especialmente al atardecer. Sin embargo, la porción que se ve desde el mirador, no es la más alta. Sobre el poniente las puertas pierden majestuosidad y sobre el sur decrece el tamaño de la mampostería. En su conjunto, las torres son de menor volumen y más espaciadas, ofreciendo menos robustez.

De todas maneras, vale la pena tomar el auto y hacer esos dos o tres kilómetros hacia el otro lado del río. Allí abajo, se puede ver también el Puente Romano, sobre el río Adaja, que comunicaba la puerta de occidente con la ribera.

Ávila invita a quedarse, a pasar por lo menos una noche, y no hacer solamente una visita de pocas horas. Si tienes tiempo en Madrid, es una excelente opción para darse una escapada.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014-2016).

Girona: el Barri Vell y las casas colgadas sobre el Onyar

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Elegí a Girona como punto de cierre de un circuito en automóvil de diez días por el sur de Francia y Cataluña, para salir hacia Sudamérica vía Barcelona. Era invierno pero el frío había dado lugar a unos días soleados y de temperaturas suaves. En Girona me alojé en el AC Hotel Palau de Bellavista, situado en lo alto de una colina y muy recomendable para quienes deseen relajarse y disfrutar de bonitas vistas de la ciudad.

Conocida como Girona en catalán o Gerona en español, es la capital de la provincia homónima y de la comarca del Gironés, en la comunidad autónoma de Cataluña. La ciudad, atravesada por los ríos Ter, Güell, Galligants y Onyar, está situada a una altitud de 75 metros sobre el nivel del mar, y en ella residen alrededor de 100.000 habitantes. Es equidistante de Barcelona y Perpignan, lo que la convierte en sitio ideal de paso en la ruta entre Cataluña y el sur de Francia.

El origen de la ciudad se remonta a los asentamientos íberos de la tribu de los indigetes en los poblados que rodean el Llano de Girona. Los indigetes se sometieron a Roma en el año 218 antes de Cristo. Fueron los romanos quienes fundaron la originaria Girona, denominada en latín Gerunda, hacia el año 77 antes de Cristo. La ciudad de Gerunda se repobló, convirtiéndose en un importante centro de la región. A pesar de que se encontraba en el interior de la comarca y lejos de la costa, se favorecía de una buena conexión con el puerto de Ampurias, enclave comercial en el Mediterráneo occidental.

Más tarde llegó la conquista musulmana que también afectó a Girona. El nuevo poder impuso un tributo personal y territorial, pero éste no duró mucho por la cercanía con el imperio carolingio. La organización carolingia convirtió a Girona en sede condal, y ésta pudo superar los tiempos más difíciles del peligro musulmán. Se construyeron nuevas murallas que reforzaron la plaza fuerte y fue ése el momento de máximo esplendor de la comunidad judía de la ciudad.

El crecimiento de la ciudad continuó entre los siglos XV y XVII, realizándose mejoras en las murallas para protegerla de los ataques de las tropas francesas en el marco de las numerosas guerras europeas. A principios del siglo XIX sufrió una devastación debido a los combates ocurridos durante la Guerra de Independencia Española. Finalmente, en 1939, la ciudad fue ocupada por las tropas franquistas durante la Guerra Civil Española.

Casa colgadas sobre el Onyar
Casas colgadas sobre el Onyar

El recorrido por la ciudad lo inicié en el Passeig José Canalejas, frente al río Onyar. Desde este lado de la ciudad, pude apreciar la vista de las casas colgadas sobre el río, la postal característica de Girona. Estas pintorescas casas, que fueron construidas a lo largo del tiempo al lado del río, lograron que Girona tuviera un sorprendente impacto sobre las expectativas que yo tenía sobre la ciudad. Girona no es muy visitada por los turistas extranjeros y por lo general está ensombrecida por la cercana y deslumbrante Barcelona. Fueron imágenes inolvidables las que me llevé de este lugar, muy similares a las de los pequeños pueblos del Mediterráneo. Todas las fachadas están pintadas siguiendo la paleta cromática de sus arquitectos, en amarillos, ocres, naranjas y rosados.

Pont d'en Gómez
Pont d’en Gómez

Crucé el Pont d’en Gómez, que lleva directamente a la Pujada de Sant-Feliu. El puente peatonal lleva el nombre de la persona que cedió parte de su casa para construirlo y data de 1916. Es de hormigón armado y tiene un único arco, moderno y austero. Se proyectó en 1914, cuando el hormigón armado era la última novedad. La caminata continuó por entreveradas callecitas que se empequeñecen aún más por la estrechez que las caracteriza. Altos muros de piedra se levantan en esta parte de la ciudad, pertenecientes a edificios de gran valor histórico.

Campanario gótico de la Iglesia de Sant Feliu
Campanario gótico de la Iglesia de Sant Feliu

La impresionante fachada de la Iglesia de Sant Feliu, basílica originaria de los primeros tiempos del cristianismo, destaca entre los edificios. Éste era el templo principal de Girona antes de la construcción de la catedral. Erigida en honor al mártir San Félix, su construcción se alargó desde el siglo XII hasta el siglo XVII y conserva buena parte del edificio románico, completado más tarde con las naves y las cubiertas góticas, y la fachada barroca. El templo posee una singular torre gótica truncada por un rayo.

Catedral de Santa María de Girona
Catedral de Santa María de Girona

Muy cerca de allí, e ingresando por el carrer de la Força no dejó de asombrarme la majestuosa Catedral de Girona, consagrada a Santa María, y que se encuentra en el punto más alto de la ciudad. Su amplia nave gótica destaca por ser la segunda más ancha del mundo. Su construcción se inició en el siglo XI en estilo románico, siguiendo en el XIII con el gótico, y se terminó en el siglo XVIII en estilo barroco. Conserva tan solo el claustro románico del siglo XII y la torre de la misma época que data del año 1040. Para acceder al templo hay una magnífica escalinata construida entre los años 1686 y 1699, con noventa escalones, distribuidos en tres tramos.

Rambla de la Libertat
Rambla de la Libertat

Luego de caminar por esta parte del Barri Vell, uno de los cascos medievales que mejor se conserva en España, fue el momento de hacer una parada y comer algo. Y como Girona no puede ser menos que Barcelona, también tiene su icónica rambla. Por ello me dirigí a la Rambla de la Libertat, la que fuera la antigua espina dorsal de la ciudad, y es hoy el espacio público más concurrido de Girona. La existencia de la rambla es muy reciente ya que su construcción fue en 1885. Todo el espacio se convirtió en un paseo arbolado con bancos. Es hoy el lugar ideal para ver la vida nocturna de la ciudad, ya que es una calle colmada de bares y restaurantes y también una importante arteria comercial.

Vista de Girona desde el Pont de Pedra
Vista de Girona desde el Pont de Pedra

El caer de la tarde fue el momento ideal para volver al río Onyar y aprovechar los colores del atardecer para tomar unas cuantas fotografías. Caminé hasta el final de la rambla donde se encuentra el Pont de Pedra, que data de 1856 y sustituyó al puente medieval de San Francisco, que tenía tres arcos góticos y una torre defensiva. El actual Pont de Pedra es muy representativo, y fue construido con bloques de la típica piedra gerundense, con abundantes fósiles. Se diseñó como puente principal, apto para circular personas y toda clase de carruajes.

Pont de les Peixateries Velles
Pont de les Peixateries Velles

Volví por la rambla hacia otro puente: el Pont de les Peixateries Velles, también conocido como puente de Eiffel en honor a Gustave Eiffel, cuya empresa lo construyó. Data de 1877 y significó una enorme mejoría en cuanto a la unión de la ciudad. Tiene escaleras de acceso y es de uso peatonal. Anteriormente existieron varias pasarelas de madera en el mismo lugar, junto a las pescaderías viejas. El colorido hierro rojo del puente da un marco muy agradable a las fotografías.

El recorrido finalizó muy cerca del lugar de inicio, en la Plaça de la Independència, que hace referencia a la Guerra de la Independencia Española. Tiene un aire romántico y está rodeada por edificios neoclásicos austeros e idénticos.  Fue el lugar indicado para sentarse, descansar y disfrutar de esos momentos especiales que tiene cada viaje.

Girona me asombró por su modestia. Realmente vale la pena desviarse y dedicarle un día entero para descubrirla.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).

Sevilla: entre el Barrio de Santa Cruz y el Arenal

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Llegué a Andalucía en febrero con la esperanza de que el frío de la Toscana quedara atrás. Por fortuna, Sevilla me recibió con un sol radiante; era un invierno suave que invitaba a caminar. La capital andaluza es una ciudad de colores vivos que insiste en recordar su pasado moro en cada rincón.

Sevilla está ubicada en la margen izquierda del río Guadalquivir, sobre terrenos bajos, a los que hace referencia el nombre original de la ciudad en el idioma de los tartessos: Spal, que significa justamente «tierra llana». Los tartessos habían fundado el primer asentamiento sobre una isla en el río Guadalquivir. Cuando llegaron los romanos, derrotaron a los cartagineses que dominaban la zona y en el sitio actual de Sevilla, el emperador Julio César fundó la Colonia Iulia Romula Hispalis, latinizando el nombre indígena original a Hispalis, agregándole Iulia por su propio nombre y Romula por el de Roma, lo que era habitual en la designación de las colonias del imperio. En la época del Imperio Romano, en Hispalis existía un gran foro que incluía templos, termas, edificios públicos y mercados.

Luego de la invasión musulmana, en la época de Ál-Andalus, Sevilla fue capital del Imperio Almohade y varió su nombre por el de Isbiliya, de donde procede la actual denominación. Una vez reconquistada se incorporó a la Corona de Castilla bajo el reinado de Fernando III y fue capital del Reino de Sevilla. Con el descubrimiento de América en 1492, la ciudad se convirtió en el centro económico del Imperio Español y desde ella se regulaban las relaciones con el Nuevo Mundo.

Plaza Virgen de los Reyes y Palacio Arzobispal
Plaza Virgen de los Reyes y Palacio Arzobispal

Comencé mi recorrido por el centro del Barrio de Santa Cruz, ya que estaba alojado en un hotel sobre la calle Lope de Rueda, muy cerca de la Giralda. El Rey Moro Boutique Hotel está emplazado en una casa señorial del siglo XVI y tiene la encantadora atmósfera típica de Sevilla en cada habitación. Es ideal para darle un toque especial al viaje. Atravesando callecitas muy estrechas, me dirigí a la Plaza Virgen de los Reyes, donde esperan los carros de caballos que llevan y traen turistas por toda la ciudad. Yo preferí hacer el recorrido a pie, pero antes elegí pasear un poco por esta plaza y ver con detenimiento la fachada barroca del Palacio Arzobispal.

La Giralda
La Giralda

Mi mirada se dirigió luego en la otra dirección, directamente hacia la majestuosa Giralda. Esta torre tan famosa es hoy el campanario de la Catedral de Sevilla. Junto con el Patio de los Naranjos son el legado de la gran mezquita construida por los almohades a finales del siglo XII. El minarete original fue finalizado en el año 1198. En el siglo XIV las esferas de bronce musulmanas que estaban en la parte superior del minarete fueron remplazadas por símbolos cristianos y en 1568 se agregó el campanario renacentista. La Catedral de Sevilla, junto con el Alcázar y el Archivo de Indias, han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.

El Patio de los Naranjos
El Patio de los Naranjos

El aire fresco del Patio de los Naranjos me invitó a relajarme. La fuente debajo de los árboles, era el lugar donde los musulmanes lavaban sus manos y pies antes de sus rezos. Ese día, la gente paseaba entre los árboles repletos de frutos, que regalaban un aroma inolvidable. Las noches de verano en ese lugar deben ser algo especial.

Vista de la Catedral de Sevilla desde la Giralda
Vista de la Catedral de Sevilla desde la Giralda

Decidí subir a la Giralda, que no tiene una escalera en su interior sino un rampa, y desde la cima las vistas de la ciudad fueron incomparables. El techo de la catedral, con formas onduladas, pequeñas torres y cúpulas azulejadas, brindaba el entorno para la mejor fotografía aérea que hubiera imaginado. Descendí por la misma rampa e ingresé al edificio para conocer el interior. La inmensidad de la Capilla Mayor me llevó directamente a la época del Imperio Español y sus años de gloria. Pude apreciar entonces el famoso Retablo Mayor dorado, una grandiosa obra de arte que fue diseñada en 1482 y está considerado el mayor retablo de la cristiandad. Se realizó a lo largo de más de 80 años, quedando totalmente finalizado en en año 1564. Realmente el conjunto monumental de la Catedral y la Giralda es tan icónico como asombroso. Hoy en día es posible disfrutar de esta obra repleta de contrastes, y pasear por sus distintas épocas plasmadas en cada uno de sus muros.

Uno de los palacios del Real Alcázar
Uno de los palacios del Real Alcázar

Saliendo de la catedral, se esconde detrás de las murallas el Real Alcázar. El origen de los edificios que lo conforman se remonta al período islámico. Desde el inicio de la conquista musulmana este recinto fue utilizado como residencia de los dirigentes. El palacio islámico original es de la misma época que la Alhambra de Granada, y fue ampliado sucesivas veces. Con el tiempo se añadieron estancias, más patios y nuevos palacios. En la época cristiana, el Alcázar se convirtió en alojamiento real y se llevaron a cabo las primeras reformas luego de la reconquista. Se inició la construcción de salones de estilo gótico y también se decidió levantar el Palacio de Pedro I, el más completo ejemplo de la arquitectura mudéjar en España. La fusión de estilos en el Real Alcázar es apasionante, y de acuerdo con lo que uno mire podrá observar las distintas etapas de la historia de Sevilla. Perderse por sus patios cargados de misterio es una experiencia inigualable.

Jardines del Real Alcázar
Jardines del Real Alcázar

Y para relajarse después de tan largo paseo por la historia, nada mejor que una caminata entre los laberintos verdes de sus jardines, decorados con jarrones y fuentes. Se trata de un lugar diseñado para el descanso que sin dudas se convierte en un paraíso en los calurosos días del verano andaluz.

La Torre del Oro
La Torre del Oro

Finalmente, me dirigí hacia el Arenal, el barrio sobre el río Guadalquivir, que estuvo en apogeo cuando el puerto de Sevilla tenía funciones vitales para la ciudad. El paisaje sobre el río está dominado por la impactante figura de la Torre del Oro, construida en el siglo XIII para proteger al puerto. Es una torre de estilo morisco, y hoy alberga un pequeño museo marítimo. En el Arenal se encuentra también la famosa Plaza de Toros de la Maestranza. Es una zona de bares y bodegas que atrae a los visitantes especialmente durante las noches.

Sevilla me sorprendió mucho más de lo que esperaba. Sus contrastes y mezclas de historias, acompañadas por coloridos edificios y elegantes monumentos, hacen de este destino una alternativa muy oportuna, especialmente durante el invierno europeo. El sol allí me regaló sus más cálidos rayos durante esos días de febrero.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).