Luxemburgo: la dama del Gran Ducado


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Llegué a la frontera luxemburguesa por la ruta del Mosela, con la misma expectativa que uno tiene al abrir un regalo especial. Era una tarde templada de agosto y a ambos lados del camino podía admirar el terreno ondulado cubierto de espesos bosques. Una autopista impecable me conducía algunos kilómetros hacia el centro del país, en dirección a su capital, y en el andar ya se percibía el espíritu relajado de esta noble nación, rodeada de poderosos vecinos, que la dejaban ver pequeña pero desafiante.

La ciudad de Luxemburgo, capital del Gran Ducado homónimo que en su extensión máxima alcanza solo los 80 kilómetros de norte a sur, es el centro urbano más extenso del país. Su elegancia combina idealmente con la naturaleza en la que se encuentra inmersa. La principal atracción es la Ciudad Vieja o Vieille Ville, ubicada en lo alto de una saliente de la meseta de Luxemburgo, en la confluencia de los ríos Alzette y Pétrusse. Ambos ríos discurren a lo largo de valles inferiores y están rodeados por acantilados. Esta geografía le da una particularidad a la ciudad, la que tiene un complejo diseño en varios niveles, alcanzando los más elevados los 70 metros de altura. Para unir los distintos sectores, se han construido puentes y viaductos que atraviesan las gargantas, como el Pont Adolphe, el Pont Grande-Duchesse Charlotte y el Viaduc La Passarelle. Los barrios viejos de la ciudad junto con sus fortificaciones, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994.

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Castillo de Sigefroid I en Rocher du Bock y la Iglesia St Jean-Baptiste

El origen de la ciudad de Luxemburgo se remonta al año 963 cuando sobre los restos del castillo romano de Lucilinburhuc existentes sobre la Rocher du Bock, se construye el castillo de Sigefroid I. Este fue un buen lugar para comenzar mi recorrido a pie, ya que alrededor de este castillo, convertido luego en una verdadera fortaleza, se establecieron los primeros pobladores. Del otro lado del río Alzette, se alza la Iglesia St Jean-Baptiste del siglo XVII. A lo largo del Chemin de la Corniche el paseo se torna muy agradable, con amplias vistas del valle inferior, donde se encuentra el barrio de Grund.

Girando hacia la derecha, tomé el Boulevard Roosevelt, en dirección hacia la Cathédrale Notre-Dame, que fuera originalmente una iglesia jesuita. Fue consagrada en 1621, y se convirtió en catedral en 1870. Es interesante visitarla ya que se combina la arquitectura del gótico tardío con elementos del renacimiento.

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Las vistas desde la Place de la Constitution

A continuación llegué a la Place de la Constitution, en cuyo centro se encuentra el Monumento del Recuerdo, conocido con el nombre Gëlle Fra, que en luxemburgués significa Dama de Oro. Se trata del monumento a los soldados caídos en la Primera Guerra Mundial, que se ofrecieron para luchar al servicio de las fuerzas armadas de las potencias aliadas. En la misma plaza, se pueden visitar también las casamatas de Pétrusse, construidas por los españoles en el siglo XVII para emplazar los cañones en dirección al valle. Mirando hacia abajo desde la plaza, pude disfrutar de una vista panorámica de la ciudad, del Pont Adolphe y de amplios jardines. Este lugar junto con el Chemin de la Corniche, son los mejores sitios para apreciar la ciudad y por supuesto, para usar la cámara fotográfica.

La Place d’Armes es el centro neurálgico y geográfico de la ciudad vieja de Luxemburgo y está rodeada de bares y restaurantes. Tanto en el día como en la noche, es el lugar más animado que conocí en la pequeña metrópoli. Al este de la plaza, el edificio del Cercle Municipal recientemente restaurado, alberga hoy un centro de convenciones y exhibiciones. Por una galería cubierta accedí a la Place Guillaume II, en cuyo centro se encuentra la estatua ecuestre del mencionado duque. La plaza es conocida entre los locales como Knuedler, palabra que en luxemburgués significa «nudo», y hace referencia al nudo del cinturón de los frailes que allí vivían, cuando existía en ese lugar un monasterio franciscano. Al otro lado de la plaza se levanta el Hôtel de Ville o Ayuntamiento de Luxemburgo, y hacia el oeste, más precisamente en el nº30, se encuentra la Oficina de Turismo de la Ciudad, donde obtuve variada información que me ayudó a armar el recorrido.

Saliendo de la plaza por la Rue de la Reine, el Palais Grand-Ducal destaca por su estilo renacentista. Fue construido en el siglo XVI y es la residencia oficial de Su Alteza Real el Gran Duque Henri de Luxemburgo, jefe de estado desde el año 2000. En 1981, el Gran Duque contrajo matrimonio con quien hoy es la Gran Duquesa María Teresa, nacida en La Habana, Cuba. Es posible visitar el palacio durante los meses de verano, y las entradas se adquieren en la Oficina de Turismo.

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Una de las calles escondidas en la Ciudad Vieja

Siendo ésta una ciudad tan pequeña, perderse pareciera algo casi imposible. Pero en mi experiencia no fue así. Sus calles tienen curvas y contracurvas, que hacen algo difícil mantener el recorrido previsto, aunque había analizado bastante bien el mapa de antemano. Sin embargo, esta particularidad la hace más atractiva. Siempre es bueno perderse un poco por ciudades que desconocemos, para descubrir eso que le da un sabor especial a las cosas. No todo tiene que estar perfectamente organizado.

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Balcón con la leyenda: «Mir wölle bleiwe wat mir sin», en la Rue de la Loge

Y fue así como caminando por la Rue de la Loge, me encontré con una bonita curiosidad. En un antiguo edificio de piedra, donde hoy funciona un bar en su planta baja, destaca un balcón de forma redondeada, en el que la siguiente frase escrita en color rojo oscuro no pasa desapercibida: «Mir wölle bleiwe wat mir sin», que en luxemburgués significa: «Queremos seguir siendo lo que somos». Este es nada menos que el lema del país, y hace referencia a la ambición del pueblo luxemburgués de permanecer libre e independiente de las naciones vecinas que históricamente la han dominado política y militarmente: Alemania, Bélgica y Francia. Y algo de ese lema yo decidí adoptar, para seguir teniendo la libertad de viajar como hasta ahora.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).

13 comentarios sobre “Luxemburgo: la dama del Gran Ducado

  1. Hola Roberto, un placer saludarte. Acabo de visitar la ciudad de Luxemburgo y me gusto mucho. El centro como tal no me impresiono tanto, si es bonito claro, pero no me parecio excepcional,para mi gusto,excepto la zona alrededor del Palacio Ducal que como dices, esconde encantadores lugares. Lo impresionante,desde mi punto de vista son las Casamates du Bock, perderse dentro de ellas fue de lo mas divertido, pero sobre todo las vistas desde alli de toda la ciudad alta y la baja,el llamado Ground. Este ultimo es precioso y ofrece unas vistas hacia las casamatas y la ciudad alta realmente espectaculares, particularmente desde el puentecito sobre el pequeño rio que fluye alla abajo. Esto hace de Luxemburgo un lugar sorprendente, el llamado Balcon de Europa es bellisimo!!.
    saludos

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