Casablanca: entre la Ville Nouvelle, la Medina y la Mezquita de Hassan II

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Casablanca fue la tercera ciudad que visité en el Reino de Marruecos. A pesar de que algunos me habían dicho que no tenía mucho para ver allí, no les creí y pasé una noche en el Ibis Casablanca City Center, que se encuentra ubicado a metros de la moderna Gare Casa Port, en pleno centro de la ciudad.

Llegué por la mañana en un tren desde Rabat, la capital, después de un viaje de poco más de una hora. Rabat me había impresionado gratamente y no tenía demasiadas expectativas con Casa, como todos llaman a la metrópolis marroquí.

Sin embargo, descubrí que visitar la ciudad más grande de Marruecos y del Magreb fue una decisión inteligente.

Moderno tranvía llegando a la estación Place des Nations Unies
Moderno tranvía llegando a la Estación Place des Nations Unies

Allí encontré al marroquí citadino, al que vive en la gran jungla de cemento y que, como en cualquier otra metrópolis, usa el moderno tranvía todos los días para ir a su trabajo, se mueve en automóvil de un barrio a otro o trabaja en una oficina de las tantas que hay en el principal centro comercial y económico del país. Casablanca, donde coexisten la tradición y la modernidad, es la sede central de la mayoría de las empresas marroquíes, así como de las tantas multinacionales que tienen oficinas en Marruecos.

Vista parcial del puerto de Casablanca desde el Ibis Casablanca City Center
Vista parcial del puerto de Casablanca desde el Ibis Casablanca City Center

En Casablanca, sobre la costa del océano Atlántico, se encuentra el puerto más grande del norte de África. Desde hace muchísimo tiempo, la ciudad mantiene su posición histórica como la principal zona industrial del país. El origen del nombre tiene que ver con que, antiguamente, los marineros portugueses que navegaban por la costa marroquí, identificaban la zona por una pequeña casa de color blanco situada sobre la colina de Anfa, y comenzaron a reconocer al lugar como a casa branca. Debido a la cercanía de la corona portuguesa con la española, el vocablo derivó al idioma de esta última y pasó a ser Casablanca, en casi todos las lenguas. Sin embargo, también se conoce a Casa por su nombre nativo Anfa, que significa «colina» en idioma bereber, aunque hoy en día el vocablo se usa para referirse a los barrios antiguos de la ciudad. En árabe, el nombre de la metrópoli marroquí se traduce como Dar El Beida. Y sin lugar a dudas, es mundialmente famosa por la película de 1942 que lleva su nombre, protagonizada por Humphrey Bogart en el papel de Rick Blaine e Ingrid Bergman como Ilsa Lund. Aunque no lo crean, la película no tiene ni una sola escena rodada allí, ya que todas fueron realizadas en estudios norteamericanos.

Si vamos a recordar algo de su historia, nos remontamos al siglo VII, cuando Casablanca no era más que un pequeño asentamiento bereber sobre las laderas del monte Anfa. Sin embargo, por razones estratégicas y comerciales, comenzó a atraer la atención de las potencias europeas. En 1468, la ciudad fue saqueada por los portugueses. Más tarde, en el siglo XVIII, bajo el sultanato de Sidi Mohammed ben Abdallah, Casablanca adquirió mucha más importancia. Esto fue gracias a su puerto, que desempeñó un papel fundamental en el comercio de azúcar, té, lana y maíz con el mundo occidental.

Pero fue en el siglo XX, bajo el dominio francés, cuando Casa sufrió un cambio trascendental. Francia estableció oficialmente un protectorado en Marruecos tras la firma del Tratado de Fez el 30 de marzo de 1912, y el primer gobernador residente arribó con planes para hacer de la ciudad el centro económico del país. Para ello contrató a arquitectos y urbanistas de diferentes países, y encaró la modernización del puerto.

Balcón en una esquina del Hotel Excelsior
Balcón en una esquina del Hotel Excelsior

Estos arquitectos se inspiraron en gran medida en el arte y la artesanía marroquíes, logrando que la modernidad en la que trabajaban se viera balanceada por el uso de ornamentación más tradicional. Sobre la base de las artes decorativas marroquíes, y en conjunción con los motivos Art Nouveau y Art Decó de la época, nació un novedoso y original estilo, que fue característico de la arquitectura de Casablanca durante los primeros años del protectorado francés.

Hotel Excelsior, con su fachada característica de la época del Protectorado francés
Hotel Excelsior, con su fachada característica de la época del Protectorado francés

Fue así como el estilo de las fachadas de los edificios que se construían en ese época se convirtió en regla: ornamentaciones hechas con querubines, cestos de frutas o cabezas de león se mezclaron armoniosamente con frisos de azulejos y balcones de madera de cedro. Un claro ejemplo es el icónico Hotel Excelsior (1914-1916) y varios edificios administrativos del centro. Caminando un poco por la ciudad nueva o Ville Nouvelle, que está ubicada entre la Place des Nations Unies y la Place Mohammed V, pude disfrutar de estos ejemplos de la arquitectura de Casablanca.

Una de las puertas de la antigua medina
Una de las puertas de la antigua medina

Hacia el norte y muy cercana al hotel, la antigua medina continua encerrada dentro de gruesas murallas. A principios del siglo XX, Casablanca era solamente eso: una medina, con unos pocos miles de habitantes. Originalmente tenía cuatro puertas de ingreso, pero hoy solamente sobreviven dos.

La Torre del Reloj cerca del ingreso a la antigua medina
La Torre del Reloj cerca del ingreso a la antigua medina

Uno de los monumentos en torno a la antigua medina es la Torre del Reloj ubicada en la esquina noreste de la Place des Nations Unies. La torre original había sido construida en 1910, pero fue demolida en 1940, para ser reconstruida luego en un idéntico diseño. Se dice que en el momento en que fue levantada, la torre simbolizaba al gobierno colonial, indicando a la población que debía mantenerse a tiempo con la nueva sociedad industrial.

Casablanca Twin Center
Casablanca Twin Center

Casablanca continuó creciendo incluso después de la independencia de Marruecos en 1956. Eso es notable en los edificios futuristas de gran altura como el Twin Center, un conjunto de torres gemelas de 115 metros de altura, las más elevadas del país. Las torres se encuentran sobre el Boulevard Al Massira Al Khadra, en el céntrico distrito de Maârif. Para llegar allí, decidí utilizar un petit taxi, los que son de color rojo y de precios muy económicos. Para regresar al hotel, opté por hacerlo caminando, primero siguiendo el Boulevard Mohamed Zerktouni hacia el noroeste, donde es posible hacer algunas compras, y finalmente doblando a la derecha por el Boulevard d’Anfa, y tomando luego la Avenue des Forces
Armées Royales,
que marca el límite entre el distrito comercial y la antigua medina.

Y si crees que con lo que he escrito hasta aquí no hay motivos para visitar la ciudad, debo decirte que lo que viene a continuación, seguramente te hará cambiar de pensamiento.

Mezquita de Hassan II desde el hotel Ibis
Mezquita de Hassan II desde el Hotel Ibis

Me estoy refiriendo al símbolo más notorio de Casablanca: la colosal Mezquita de Hassan II, abierta también a quienes no profesan la religión musulmana. Con una sala de oración que puede acomodar a 25.000 personas, la famosa mezquita es el segundo mayor edificio religioso en el mundo después de la mezquita de La Meca. El complejo edilicio cubre una superficie de 9 hectáreas, y dos terceras partes fueron construidas sobre el mar. El minarete, conocido como el faro del Islam, tiene 200 metros de altura, y desde allí dos rayos láser con un alcance de 30 km brillan en dirección a La Meca. La Mezquita de Hassan II abrió sus puertas en 1993 y se puede visitar con guías especializados a determinadas horas del día.

Lo primero que llamó mi atención, aparte del tamaño del edificio, fueron los materiales y la ornamentación que lucían por todos lados: estuco tallado, azulejos zelliges de varios colores, un techo de cedro pintado y revestimientos de mármol, ónix y travertino. Es en su conjunto, un monumento a la arquitectura marroquí.

Azulejos zelliges en la decoración de la Mezquita de Hassan II
Azulejos zelliges en la decoración de la Mezquita de Hassan II

El zellige, que significa pequeña piedra pulida, es un tipo de mosaico ornamental a base de trozos de azulejos de colores, llamados teselas. Estos azulejos dispuestos en pequeñas placas geométricas conforman mosaicos muy llamativos, típicos de Marruecos y en general de todo el norte de África.

Puertas de acceso a la Mezquita de Hassan II
Puertas de acceso a la Mezquita de Hassan II

Las enormes puertas de acceso me hicieron sentir muy pequeño. La guía, durante el recorrido del interior, mencionó que en verano era posible abrir el gigantesco techo de la mezquita en forma automática, para permitir la entrada de aire fresco al edificio.

Desde adentro, la inmensidad parecía aún mayor. Pasillos sin fin, lámparas impresionantes que colgaban de los techos e interminables columnas, eran el foco de atención del grupo de viajeros que escuchaba atentamente los comentarios y anécdotas de la guía. Al concluir, recogí mis zapatos en la entrada, y seguí caminando a lo largo de la explanada que rodea la mezquita, y que conforma junto con el mar un entorno mágico.

Minarete de la Mezquita de Hassan II
Minarete de la Mezquita de Hassan II

El alto minarete se mezclaba con un cielo azul profundo. Su construcción expresa el espíritu progresista de una ciudad que con más de 3 millones y medio de habitantes es hoy en día una de las cuatro metrópolis más grandes del continente africano.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2015).

Rabat: entre el Quartier Hassan, la Kasbah y el Palais Royal

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Llegué a Rabat a mediodía, luego de un agradable trayecto en tren desde Marrakech que duró poco más de cuatro horas. Fue un viaje tranquilo y bastante cómodo, en un tren que no tiene nada que envidiar a muchos de los servicios Intercity que conocí en Europa. Desde la estación de trenes Rabat Ville, un taxi me dejó en el Hotel Mercure Rabat Sheherazade que está perfectamente ubicado en pleno Quartier Hassan, a escasos 400 metros de la parada del moderno tranvía que recorre la ciudad. El hotel ofrece muy buen servicio de desayuno, y una amplia variedad de platos, sobre todo los deliciosos Tajines que pude probar en la cena.

Rabat, una de las cuatro ciudades imperiales del Reino de Marruecos, es la capital del país. En su área metropolitana viven alrededor de dos millones de habitantes. La ciudad está localizada sobre la costa atlántica en la desembocadura del río Bou Regreg.

La ciudad se originó en el siglo III antes de Cristo, en un asentamiento cercano llamado Chellah. En el año 40 de nuestra era, los romanos convirtieron a Chellah en Sala Colonia, un asentamiento de la provincia africana de Mauretania Tingitana y fue mantenido como tal hasta el año 250, cuando pasó a manos de los gobernantes bereberes. Alrededor del año 1150, el sultán almohade Abd el-Moumen decidió establecer allí un campamento permanente y ordenó construir una pequeña residencia imperial en el sitio del antiguo ribat o monasterio fortificado. Más tarde, el califa Yacoub el-Mansour  proyectó la construcción de una gran ciudad fortificada que se conocería con el nombre de Ribat al-Fath, traducido como Campamento de la Victoria, en referencia a la victoria sobre Alfonso VIII de Castilla en 1195. Estaba previsto construir en ella una gran mezquita de cuatrocientas columnas para superar a la Giralda de Sevilla y a la Koutuobia de Marrakech, pero las obras fueron detenidas tras la muerte del califa en 1199, aunque las murallas y puertas ya habían sido construidas. La Torre Hassan fue abandonada a los 44 metros de altura. Tras la derrota de los almohades en la Batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, el poder de la ciudad empezó a declinar y fue prácticamente abandonada.

El río Bou Regreg y la Kasbah des Oudaias
El río Bou Regreg y la Kasbah des Oudaias

En 1610, tras la expulsión por parte de Felipe III de los refugiados moros en España, muchos de ellos se instalaron en Rabat y en la vecina Salé. En la Kasbah des Oudaias, se instaló la mayoría de ellos y allí reconstruyeron la vieja alcazaba. Desarrollaron una poderosa flota de barcos y en 1627, aprovechando las luchas internas de los poderes marroquíes, proclamaron su independencia política fundando la República de Bou Regreg o República de Salé, que se dedicó a la actividad corsaria contra barcos europeos. La república fue anexada en 1666 al reino, al ser tomado el estuario por los alauíes, la dinastía que gobierna Marruecos desde entonces.

En 1912 Rabat fue elegida como capital administrativa del Protectorado Francés de Marruecos, y en el año 1956, al independizarse el país, fue declarada la capital del Reino de Marruecos.

El Mausoleo de Mohammed V y las columnas de la inconclusa mezquita
El Mausoleo de Mohammed V y las columnas de la inconclusa mezquita

El recorrido por la ciudad se inició en el Quartier Hassan. A pie llegué hasta el Mausoleo de Mohammed V, un edificio encargado por Hassan II en memoria de su padre. Mohammed V es considerado como el padre de la nación marroquí moderna y fue una de las figuras claves en las negociaciones de la independencia de Marruecos.

Candelabro en la entrada del Mausoleo de Mohammed V
Candelabro en la entrada del Mausoleo de Mohammed V

El mausoleo es el sepulcro real desde su construcción entre 1961 y 1971, fue construido en mármol blanco italiano y está elevado en una plataforma de 3.5 metros de altura. Los edificios incluyen una mezquita y un museo sobre la historia de la dinastía alauí. En la entrada, son muy llamativos los enormes candelabros de cobre.

La Torre Hassan
La Torre Hassan

Al lado del mausoleo, los restos de las columnas de la mezquita preceden al símbolo de la ciudad desde hace ocho siglos: la Torre Hassan. La torre es el minarete no terminado de la Mezquita Hassan, cuya construcción se inició a finales del siglo XII. Por sus dimensiones tan desproporcionadas para el tamaño de la ciudad en aquel entonces, se cree que el califa almohade pretendía hacer de Rabat la nueva capital imperial. Lo poco que queda de la mezquita fue lo que dejó en pie el terremoto de 1755. El minarete, conformado por una torre de base cuadrada de 16 metros de lado y 44 metros de altura, se esperaba que llegase a tener una altura total de 80 metros según la costumbre almohade. Aunque no fue terminada, tuve la impresión de que es realmente enorme y pude imaginar lo imponente que sería si se hubiese concluido. Cada lado está decorado con arcos ciegos lobulados y la parte superior tiene pequeños arcos entrelazados en forma de rombos que conforman un típico diseño sebkha, como la Giralda de Sevilla.

El tranvía de Rabat aproximándose a la estación 16 Novembre
El tranvía de Rabat aproximándose a la estación 16 Novembre

Bajé por el Boulevard Mohamed Lyazidi hasta la Place 16 Novembre desde donde pude tener una muy buena vista del río y de la otra orilla, la ciudad de Salé. Una muestra de la moderna infraestructura del transporte en Rabat es el tranvía, de estándares europeos.

Bab Oudaïa: La monumental puerta de acceso la Kasbah
Bab Oudaïa: La monumental puerta de acceso la Kasbah

El acceso a la ribera del Bou Regreg es muy agradable, y pude caminar por un rambla muy moderna, recientemente construída hasta que llegué a la Kasbah das Oudaias. La Kasbah es nada menos que la alcazaba o fortaleza de la ciudad, y toma su nombre de los Oudaïas, una tribu guerrera árabe que protegía la ciudad de las amenzas rebeldes. Parte de las murallas de la ciudad que rodean a la Kasbah y la Bab Oudaïa – la gran puerta de acceso – fueron construidas en el período almohade entre 1147 y 1248. Al ingresar, disfruté las vistas del río y el mar, desde el Café Maure y me relajé unos minutos en el Jardín Andaluz, que por un momento me hizo recordar mi viaje por el sur de España.

Las estrechas calles de la Kasbah
Las estrechas calles de la Kasbah

Las casas del interior de la Kasbah fueron construidas entre los siglos XVII y XVIII y sus paredes son muy llamativas ya que están coloreadas de azul y blanco. Caminando por las callecitas internas se puede llegar al final de la fortaleza para tener una vista abierta hacia la playa y el mar.

El edificio del correo en la Ville Nouvelle
El edificio del correo en la Ville Nouvelle

Salí de la fortaleza y me dirigí a la Rue des Consuls para caminar por la medina y el souk. Los precios eran muy tentadores, así que aproveché para comprar algunos típicos productos marroquíes. Al finalizar, utilicé el tranvía para llegar a la Avenue Mohammed V, y a lo largo de este boulevard pude ver los edificios de la Ville Nouvelle, típicos de la época del protectorado francés. Uno de ellos, el del correo, tiene una bonita fachada en estilo Hispano-Maghrebi como la mayoría de los que lo rodean. También es muy agradable el edificio de la estación de trenes Rabat Ville.

La Mezquita El-Fas, que forma parte del complejo de edificios del Palais Royal de Rabat
La Mezquita El-Fas, que forma parte del complejo de edificios del Palais Royal de Rabat

Y como estaba en una ciudad imperial, quise conocer el Palais Royal o Dar el-Makhzen, al que llegué luego de una larga caminata. El Palacio está cerrado al público pero se puede caminar por los jardines y tener una vista externa de todo el complejo. Está habitado por cerca de dos mil personas y fue construido en el lugar de una residencia real del siglo XVIII. Fue completado en 1864 pero varias veces ampliado y hoy incluye hasta un hipódromo. Hoy el complejo alberga las oficinas del gobierno marroquí, la Corte Suprema, las oficinas del primer ministro, el Ministerio del Habous -responsable de las organizaciones religiosas- y la Mezquita El-Fas.

Rabat es una ciudad que no puede quedar fuera de un viaje por el Reino de Marruecos. Es imperial, y a la vez muy ordenada y moderna, y atrajo mi atención muy especialmente. Debo admitir que si bien no esperaba demasiado de ella, colmó ampliamente mis expectativas. Y valió la pena pasar más de un día allí.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).