Carcassonne: el renovado encanto de la ciudad medieval


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En algo menos de una hora, la Autoroute des Deux Mers me llevó desde la costa del Mediterráneo hasta mi nuevo destino en el sur de Francia: la ciudad de Carcassonne. 

También conocida en español como Carcasona, o Carcassona en occitano, está situada a orillas del río Aude, es la capital del departamento del mismo nombre y se encuentra al sur de la región Languedoc-Roussillon. 

El clima frío continuaba pero afortunadamente los días de lluvia no fueron mayoría. El tenue sol de febrero podía disfrutarse desde la mitad de la mañana hasta las cuatro o cinco de la tarde. Días antes de llegar, había reservado una corta estadía de dos noches en el Hotel Mercure Carcassonne Porte de la Cité que se encuentra situado a metros de la ciudad medieval fortificada, el principal objetivo de mi visita.

El Pont Vieux sobre el río Aude y la ciudad medieval al fondo
El Pont Vieux sobre el río Aude y la ciudad medieval al fondo

Carcassonne es conocida por su ciudadela amurallada, un conjunto arquitectónico medieval restaurado por Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.

Si bien los límites de la ciudad de Carcassonne van más allá de su ciudadela, dediqué prácticamente todo el tiempo a pasear por esta última, la cual tiene una interesante historia. Es recomendable conocer algo de ella antes de llegar, para entender que es lo que realmente vemos hoy cuando la visitamos.

En el promontorio donde está situada la ciudadela, es donde se han hallado las huellas humanas más antiguas, que datan del siglo VI antes de Cristo. Hacia el año 300 antes de Cristo, un pueblo de origen celta con un nombre poco conocido por estas latitudes -los volcas tectósages- se sometieron a los íberos del Languedoc y conquistaron el área donde hoy se encuentra la ciudadela. En el siglo primero antes de Cristo, este asentamiento, Carcaso Volcarum Tectosagum, se convirtió en la Colonia Iulia Carcaso. Durante los turbulentos siglos III y IV, el asentamiento necesitó protegerse con la construcción de un muro de unos 1.200 metros de largo. La fortificación constaba de dos líneas de murallas y un castillo, a su vez rodeada de fortificaciones que se extienden en una longitud total de 3 kilómetros. Las murallas romanas se fortalecieron con bastiones en forma de herradura, a intervalos más o menos regulares.

Carcassonne empezó a ser estratégicamente importante a partir del momento en el que los romanos fortificaron el promontorio y convirtieron al asentamiento en el centro administrativo de la Colonia Iulia Carcaso, denominada más adelante como Carcasum y Carcasso. En el siglo V llegaron los visigodos que dominaron gran parte de España y el Languedoc. Los árabes la conquistaron en el año 724, pero fueron expulsados ​​en el 759, después de un sitio dirigido por Pipino el Breve.

Tras la muerte de Carlomagno, el imperio comenzó a desmembrarse y se dio paso a la época feudal, cuando entraron en escena los Trencavel, una importante dinastía vizcondal que rigió varias zonas del Languedoc entre el siglo X y el XIII. En este período se desarrolló rápidamente el catarismo o doctrina de los cátaros (o albigenses), un movimiento religioso de carácter gnóstico arraigado en el Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales. Raymond Roger Trencavels, vizconde de Carcassonne, toleraba y protegía la herejía en sus tierras, y por ello sufrió los embates de las cruzadas promovidas por el Papa. Todo terminó en 1209 cuando finalmente la ciudadela y las tierras de Trencavel fueron transferidas al jefe militar de la cruzada, Simon de Montfort, y más tarde, en 1224, serían cedidas al Rey de Francia.

El Pont Vieux sobre el río Aude. A la derecha el camino se dirige hacia la Bastide Saint-Louis.
El Pont Vieux sobre el río Aude. A la derecha el camino se dirige hacia la Bastide Saint-Louis.

Bajo los reinados de Luis IX, Felipe el Atrevido y Felipe el Hermoso, la ciudadela adquirió su fisonomía actual. Al nacer el nuevo burgo de la Bastide Saint-Louis en la orilla izquierda del río Aude, la ciudadela se reafirma en su papel de fortaleza real. Sin embargo, el uso de nuevas técnicas de guerra y la retirada de la frontera franco-española en 1659 con la Paz de los Pirineos, conduce poco a poco a su abandono. En el siglo XVIII ya no es más que un barrio miserable y alejado de la rica ciudad al otro lado del río. Fue gracias a la acción del célebre arquitecto Viollet-le-Duc que Carcassonne se salvó de la demolición, y hoy todos podemos disfrutar de la ciudad fortificada mejor conservada de Europa.

El busto de Dame Carcas en la Porte Narbonnaise
El busto de Dame Carcas en la Porte Narbonnaise

El recorrido por la ciudadela lo inicié desde el este, ingresando por la Porte Narbonnaise o Puerta de Narbona, orientada hacia la ciudad de la costa mediterránea que le da el nombre. Fue construida alrededor del año 1280 durante el reinado de Felipe III de Francia y está protegida por una barbacana. Allí se encuentra el busto de Dame Carcas, la princesa sarracena protagonista de una famosa leyenda aparecida en el siglo XVI. Según dicha leyenda, cuando la ciudadela fue ocupada por los sarracenos, Carlomagno continuó atacándola por 5 años. Como el pueblo se estaba quedando sin provisiones, Dame Carcas, viuda del rey Ballak y a cargo de la ciudadela, tuvo la idea de mostrar abundancia para desconcertar al enemigo. Fue así que hizo que el último cerdo que quedaba, se comiera la última ración de trigo que había y lo arrojó fuera de la ciudadela. Cuando Carlomagno notó que habían arrojado un cerdo repleto de trigo desde la muralla, pensó que en la ciudadela sobraba la comida y decidió retirarse. Dame Carcas hizo sonar todas las campanas para celebrar la victoria. Los soldados decían entonces Carcas sonne, en referencia a que Dame Carcas estaba haciendo sonar las campanas. El origen del nombre de la ciudad se le atribuye a esta leyenda.

Una vez pasada la puerta, ingresé a la ciudadela por la Rue Cros Mayrevieille donde se encuentran los principales comercios. El que más llamó mi atención fue La Cure Gourmande, que es el paraíso de los dulces, el chocolate y las galletas. Al llegar a la Place du Château, giré hacia la izquierda para entrar en la pequeña Place Marcou, un sitio ideal para relajarse en alguna de las terrazas de los cafés y restaurantes de la ciudadela.

Una de las puertas de acceso a la Basilique Saint-Nazaire
Una de las puertas de acceso a la Basilique Saint-Nazaire

Desde allí, y siguiendo por la Rue du Plo, fue muy sencillo encontrar la Basilique Saint-Nazaire, una iglesia románica, cuya parte más antigua se remonta al siglo XI. En su emplazamiento originalmente existía una catedral carolingia de la cual no queda vestigio alguno. En el siglo XII se construyó la nave actual, que se dejó intacta durante las ampliaciones de la época gótica. El portal románico se reformó completamente en el siglo XIX durante la restauración de Viollet-le-Duc. En 1801, a la iglesia se le quitó el rango de catedral de Carcassonne en favor de la iglesia de Saint-Michel, situada en la ciudad baja. Se convirtió en basílica en 1898.

Edificio frente a la Place Auguste Pierre Pont
Edificio frente a la Place Auguste Pierre Pont

Siguiendo por el lado norte de la iglesia ingresé a la pequeña Place Auguste Pierre Pont. Allí se abren dos callecitas, a cada lado de un edificio muy particular. Elegí seguir por la romántica Rue Saint-Louis, hacia la derecha.

Rue Saint-Louis
Rue Saint-Louis

Caminé a lo largo de la Rue Saint-Louis, donde me detuve algunos minutos para dejar que el escaso tiempo que habitualmente tenemos en los viajes, se haga eterno en ese instante. Allí, en esa callecita vacía, se dejaba percibir el paso de los años, y pensé en las tantas historias que podrían haber ocurrido por aquellos lugares, tan añejos y misteriosos. Esas cosas que tiene Europa, solamente Europa.

Frente del Château Comtal
Frente del Château Comtal

Finalmente llegué al Château Comtal. Situado en el oeste de la ciudad fortificada, el castillo condal se encuentra adosado a la muralla exterior. Su construcción fue iniciada por Bernard Aton IV Trencavel durante el período románico, hacia el año 1130. Durante la época de dominio real francés, entre 1228 y 1239, se lo rediseñó en su totalidad con el fin de convertirlo en una fortaleza dentro de la ciudadela.

Foso y puente de acceso al Château Comtal
Foso y puente de acceso al Château Comtal

Es impactante el foso que rodea completamente la pared interna. La puerta de entrada al castillo, enmarcada por dos torres, solo es accesible por un puente con una parte fija de piedra seguido por una parte levadiza impulsada por contrapesos. El castillo y sus murallas incluyen nueve torres, dos de las cuales son de época visigoda.

Con estas bellas imágenes que quedaron grabadas en mis retinas, concluí mi visita a la ciudad medieval de Carcassonne y aproveché las últimas horas del sol de la tarde para caminar a lo largo de las murallas. El tamaño de estas paredes hace que uno se sienta terriblemente insignificante. Debe haber sido esa la idea de quienes lo diseñaron. Hacer sentir al enemigo, un diminuto visitante.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2015).

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