Girona: el Barri Vell y las casas colgadas sobre el Onyar


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Elegí a Girona como punto de cierre de un circuito en automóvil de diez días por el sur de Francia y Cataluña, para salir hacia Sudamérica vía Barcelona. Era invierno pero el frío había dado lugar a unos días soleados y de temperaturas suaves. En Girona me alojé en el AC Hotel Palau de Bellavista, situado en lo alto de una colina y muy recomendable para quienes deseen relajarse y disfrutar de bonitas vistas de la ciudad.

Conocida como Girona en catalán o Gerona en español, es la capital de la provincia homónima y de la comarca del Gironés, en la comunidad autónoma de Cataluña. La ciudad, atravesada por los ríos Ter, Güell, Galligants y Onyar, está situada a una altitud de 75 metros sobre el nivel del mar, y en ella residen alrededor de 100.000 habitantes. Es equidistante de Barcelona y Perpignan, lo que la convierte en sitio ideal de paso en la ruta entre Cataluña y el sur de Francia.

El origen de la ciudad se remonta a los asentamientos íberos de la tribu de los indigetes en los poblados que rodean el Llano de Girona. Los indigetes se sometieron a Roma en el año 218 antes de Cristo. Fueron los romanos quienes fundaron la originaria Girona, denominada en latín Gerunda, hacia el año 77 antes de Cristo. La ciudad de Gerunda se repobló, convirtiéndose en un importante centro de la región. A pesar de que se encontraba en el interior de la comarca y lejos de la costa, se favorecía de una buena conexión con el puerto de Ampurias, enclave comercial en el Mediterráneo occidental.

Más tarde llegó la conquista musulmana que también afectó a Girona. El nuevo poder impuso un tributo personal y territorial, pero éste no duró mucho por la cercanía con el imperio carolingio. La organización carolingia convirtió a Girona en sede condal, y ésta pudo superar los tiempos más difíciles del peligro musulmán. Se construyeron nuevas murallas que reforzaron la plaza fuerte y fue ése el momento de máximo esplendor de la comunidad judía de la ciudad.

El crecimiento de la ciudad continuó entre los siglos XV y XVII, realizándose mejoras en las murallas para protegerla de los ataques de las tropas francesas en el marco de las numerosas guerras europeas. A principios del siglo XIX sufrió una devastación debido a los combates ocurridos durante la Guerra de Independencia Española. Finalmente, en 1939, la ciudad fue ocupada por las tropas franquistas durante la Guerra Civil Española.

Casa colgadas sobre el Onyar
Casas colgadas sobre el Onyar

El recorrido por la ciudad lo inicié en el Passeig José Canalejas, frente al río Onyar. Desde este lado de la ciudad, pude apreciar la vista de las casas colgadas sobre el río, la postal característica de Girona. Estas pintorescas casas, que fueron construidas a lo largo del tiempo al lado del río, lograron que Girona tuviera un sorprendente impacto sobre las expectativas que yo tenía sobre la ciudad. Girona no es muy visitada por los turistas extranjeros y por lo general está ensombrecida por la cercana y deslumbrante Barcelona. Fueron imágenes inolvidables las que me llevé de este lugar, muy similares a las de los pequeños pueblos del Mediterráneo. Todas las fachadas están pintadas siguiendo la paleta cromática de sus arquitectos, en amarillos, ocres, naranjas y rosados.

Pont d'en Gómez
Pont d’en Gómez

Crucé el Pont d’en Gómez, que lleva directamente a la Pujada de Sant-Feliu. El puente peatonal lleva el nombre de la persona que cedió parte de su casa para construirlo y data de 1916. Es de hormigón armado y tiene un único arco, moderno y austero. Se proyectó en 1914, cuando el hormigón armado era la última novedad. La caminata continuó por entreveradas callecitas que se empequeñecen aún más por la estrechez que las caracteriza. Altos muros de piedra se levantan en esta parte de la ciudad, pertenecientes a edificios de gran valor histórico.

Campanario gótico de la Iglesia de Sant Feliu
Campanario gótico de la Iglesia de Sant Feliu

La impresionante fachada de la Iglesia de Sant Feliu, basílica originaria de los primeros tiempos del cristianismo, destaca entre los edificios. Éste era el templo principal de Girona antes de la construcción de la catedral. Erigida en honor al mártir San Félix, su construcción se alargó desde el siglo XII hasta el siglo XVII y conserva buena parte del edificio románico, completado más tarde con las naves y las cubiertas góticas, y la fachada barroca. El templo posee una singular torre gótica truncada por un rayo.

Catedral de Santa María de Girona
Catedral de Santa María de Girona

Muy cerca de allí, e ingresando por el carrer de la Força no dejó de asombrarme la majestuosa Catedral de Girona, consagrada a Santa María, y que se encuentra en el punto más alto de la ciudad. Su amplia nave gótica destaca por ser la segunda más ancha del mundo. Su construcción se inició en el siglo XI en estilo románico, siguiendo en el XIII con el gótico, y se terminó en el siglo XVIII en estilo barroco. Conserva tan solo el claustro románico del siglo XII y la torre de la misma época que data del año 1040. Para acceder al templo hay una magnífica escalinata construida entre los años 1686 y 1699, con noventa escalones, distribuidos en tres tramos.

Rambla de la Libertat
Rambla de la Libertat

Luego de caminar por esta parte del Barri Vell, uno de los cascos medievales que mejor se conserva en España, fue el momento de hacer una parada y comer algo. Y como Girona no puede ser menos que Barcelona, también tiene su icónica rambla. Por ello me dirigí a la Rambla de la Libertat, la que fuera la antigua espina dorsal de la ciudad, y es hoy el espacio público más concurrido de Girona. La existencia de la rambla es muy reciente ya que su construcción fue en 1885. Todo el espacio se convirtió en un paseo arbolado con bancos. Es hoy el lugar ideal para ver la vida nocturna de la ciudad, ya que es una calle colmada de bares y restaurantes y también una importante arteria comercial.

Vista de Girona desde el Pont de Pedra
Vista de Girona desde el Pont de Pedra

El caer de la tarde fue el momento ideal para volver al río Onyar y aprovechar los colores del atardecer para tomar unas cuantas fotografías. Caminé hasta el final de la rambla donde se encuentra el Pont de Pedra, que data de 1856 y sustituyó al puente medieval de San Francisco, que tenía tres arcos góticos y una torre defensiva. El actual Pont de Pedra es muy representativo, y fue construido con bloques de la típica piedra gerundense, con abundantes fósiles. Se diseñó como puente principal, apto para circular personas y toda clase de carruajes.

Pont de les Peixateries Velles
Pont de les Peixateries Velles

Volví por la rambla hacia otro puente: el Pont de les Peixateries Velles, también conocido como puente de Eiffel en honor a Gustave Eiffel, cuya empresa lo construyó. Data de 1877 y significó una enorme mejoría en cuanto a la unión de la ciudad. Tiene escaleras de acceso y es de uso peatonal. Anteriormente existieron varias pasarelas de madera en el mismo lugar, junto a las pescaderías viejas. El colorido hierro rojo del puente da un marco muy agradable a las fotografías.

El recorrido finalizó muy cerca del lugar de inicio, en la Plaça de la Independència, que hace referencia a la Guerra de la Independencia Española. Tiene un aire romántico y está rodeada por edificios neoclásicos austeros e idénticos.  Fue el lugar indicado para sentarse, descansar y disfrutar de esos momentos especiales que tiene cada viaje.

Girona me asombró por su modestia. Realmente vale la pena desviarse y dedicarle un día entero para descubrirla.

© Todos los textos e imágenes (a menos que se indique lo contrario) son propiedad de Roberto Rodriguez y Viajemosblog (2014).

11 comentarios sobre “Girona: el Barri Vell y las casas colgadas sobre el Onyar

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